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El jueves pasado estuvimos en cine viendo la película The Corpse Bride y las salas de cine estaban completamente solas, exceptuandonos a Jairo y a mi. Era como de película, unas salas viejas, solamente estaba el que vendía las crispetas y él mismo vendía las boletas. Un montón de crispetas sin tener quien las comprara y yo pensé qué harían con esas crispetas porque la situación parecía indicar que no se iban vender mucho. No supe al fin pero lo cierto es que no las vendieron.

En la película no había nadie más, el sonido terrible y la sala bastante vieja completaban la sensación extraña de esa noche. Al salir de la sala solamente estaba un hombre barriendo, las luces apagadas, ya no había vendedor de golosinas y parecía medianoche cuando no eran ni siquiera las 9. Creo que nunca había estado en una situación parecida. Algunas veces la sala había estado casi completamente sola para mi aunque nunca de tal forma como esa noche. Y definitivamente nunca había sido el único en el multiplex. En las otras ocasiones había más gente en las otras salas del mismo conjunto. Esa noche fue definitivamente rara y la película aunque de muñequitos era de muertos lo cual le daba un ambiente lúgubre a la soledad y oscuridad del sitio.

Ese mismo jueves hubo anuncio de amenaza terrorista contra el metro de Nueva York. Yo solo me enteré en la noche, bien tarde cuando casi me iba a acostar. Tal vez esa fue la causa de que nadie más fuera a cine pero junto a las salas había un sitio de baile o ballet y estaba bastante concurrido. Un centro artístico en el que a través de los espacios de las persianas pudimos ver un grupo de gente muy contenta bailando, un gran contraste con el local vecino donde el hombre seguía barriendo y a pesar de haber programadas películas más tarde ya habían decidido cerrar porque nadie iría a verlas.

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